viernes, 8 de junio de 2018

cuando las canciones te acompañan


Podrías decir, por la forma en la que camina, que ella es mi chica.
Podrías decir, por la forma en que habla, que ella dirige el mundo.
Puedes ver en sus ojos que no tiene jefes,ella es mi chica, mi super chica.
Y entonces, ella dijo, está bien, me perdí por el camino, 
pero soy una superchica y las superchicas no lloran.
Y luego dijo, está bien, ayer por la noche llegué tarde a casa, 
pero soy una superchica, y las superchicas, simplemente, vuelan.

Ayer íbamos en el coche, y entre mi banda sonora permanente en el coche (spotify y todos lados), saltó Supergirl de Reamonn. Y como siempre que salta y la escucho y la canto me trasladó a un episodio de mi vida crucial en una temporada de la serie bastante oscura, para qué vamos a colorear la historia. Y fue el motivo perfecto para dejar en stop todo un poco y sentarme, porque me apetece muchísimo contar la historia de mi canción, Supergirl. 

Para empezar he de decir que es un rato doloroso el tema, pero oye, viéndonos donde estamos hoy, para mí ha habido final feliz. Andaba yo a principios del 2007 con un panorama bastante desolador. Hacía un mes mi mejor amiga había sido asesinada por su antigua pareja, a la semana siguiente tuve un accidente de coche que casi no lo cuento, a la semana siguiente me dio una infección de orina de caballo (al parecer por el golpe del accidente), y a la semana siguiente me operaban por una apendicitis. Estando en el hospital, mi antigua pareja aparecía (con aquel cuadro mío) y me decía que lo nuestro se acababa. Cuando salí del hospital y volví a casa de mi madre, convaleciente y como caracol sin casa, esta persona me esperaba en la puerta con todas mis cosas. Pues sí, ahora que me hago composición de lugar me pregunto, ¿cómo pude soportar toda aquella situación? 

He de decir que esa historia, por desgracia, no terminó ese mismo día. La pesadilla duró tres años más, y este episodio en realidad fue de los más suaves que viví. Pero bueno, aclimato un poco el ambiente para que se entienda el nivel de oscuridad en el que vivía. Aunque tardé muchísimo en dar un paso adelante y coger las riendas de mi vida, sí es verdad que fue en ese contexto donde se originó el "click" que necesitaba mi cabeza (aunque yo fui consciente años más tarde). Imaginaos el panorama, volví a casa de mi madre (con el trauma que conlleva), trabajaba y estudiaba, pero estuve de baja un mes por todo aquello. Y me vi en las cuatros paredes de mi antigua habitación, sola, sin amiga, que me hacía tanta falta. De aquí podríamos sacar unos cuantos spin off, el episodio de mi amiga Bea, absolutamente traumático; el episodio de mantener una relación tóxica durante diez años... pero en este episodio no cabe hablar de todo esto. Lo único es plantear el contexto en el que me hallaba: estaba en shock y no podía reaccionar.


Un mes encerrada en esas cuatro paredes, sin reaccionar, vegetando, disimulando también entre familia y amigos... y apareció una persona que me salvó de aquello y que hoy en día aún no tengo forma de darle las gracias. Mi amigo Chano. Nuestra relación fue profunda desde el primer momento, aludiendo a la teoría de los espíritus sutiles de Petrarca, como tales, nos reconocimos al instante. Los dos vivíamos un contexto complicado y nos agarramos con fuerza para no caernos y encontrar algo de esperanza. Me salvó, literalmente. Dios me lo mandó. Recuerdo aquella tarde en la que me fue a buscar con un cubo de nísperos, y subimos al Teide y charlamos hasta la noche. Y tantas historias que compartimos, y tantas cosas que dijimos en silencio. Y él un día me regaló esta canción, y me dijo "tú eres una supergirl, y las supergirls pueden volar". Y hubo un "click" en mi cerebro. 

Las consecuencias de ese click tardaron en llegar, unos cuantos años. No fue todo tan fácil ni tan bonito. Dejé muchas cosas por el camino, muchos sueños, mucha ilusión y muchos años. Chano y yo nos apartamos por distintos caminos. Pero los espíritus sutiles, una vez se reconocen están ligados de por vida. Y nuestros caminos volvieron a unirse, y volvimos a compartir vidas y confidencias. Siempre con un matiz agridulce por todo lo vivido, por aquellos momentos tan dolorosos que pasamos, que nos abrazaron tan fuerte y que nos dejaron huella. 

Mi canción me ha acompañado desde ese día. Guardé esas letras, una por una, en mi corazón. Y poco a poco, fueron haciendo efecto. Yo era una superchica, y debía vivir como tal. La verdad es que muy pocos cambios vienen de sopetón, generalmente llevan su tiempo. Yo tenía muy mala edad en aquella época y no tenía una inteligencia emocional digna de las circunstancias. A Bea pude decirle adiós un año después de que se fue, mi shock duró todo ese tiempo, y el dolor por su ausencia se ha ido diluyendo por un pensamiento agridulce cada día para ella. Después de separarme tardé dos años más en superar toda aquella relación tóxica. Tardé sí. Pero luego los cielos se abrieron, literalmente, y la noche se convirtió en día.


Los años han pasado y sigue siendo mi canción, que me recuerda cómo una canción te puede salvar la vida, y una persona que abrió su corazón sincero para enseñarme que merecía ser amada. No habrá canciones para agradecerlo.

Y está bien, a veces me pierdo por el camino, a veces llego tarde, pero soy una supergirl, y las supergirls pueden volar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

El vello de punta.Eres una supergirl,no hay duda.
Abrazo largo,amiga!

Betsabé dijo...

Mi amiga... gracias. Un abrazo enorme.