Invierno frío. Hacía varios años que no notaba un invierno tan frío.
Aún así, me gusta amanecer pronto. Me gusta levantarme con tiempo suficiente para tomar mi primer café, hacer mi devocional y repasar el día en mi bullet. Normalmente me despierto una hora antes que Fran. Pongo la cafetera y preparo mi devocional. Qué delicia es ese olor a café recién hecho. Creo que es uno de los mayores placeres que puedo tener nada más despertarme. Me tomo mi tiempo para mi primera oración del día, importante para mí, dejar el día en manos del Señor. Y hago mi devocional.
Este hábito lo he ido adquiriendo a lo largo de mucho tiempo, invertir este primer momento del día en un poco de meditación y de organización me ayuda a empezar con buen pie. Pero no ha sido hasta que he empezado a trabajar con el bullet journal que me lo he tomado más en serio. Trabajar con un sistema de organización como el bullet te hace más disciplinado, porque llevas un registro de lo que haces cada día. Me gusta registrar cómo llevo mis horas de sueño, organizar lo que voy a hacer en el día, repasar los días pasados, hacer un registro de los objetivos y logros que me propongo... me ayuda a ser más creativa, además de organizada.
Silencio, café y tiempo... de verdad, es maravilloso.
Me hace mucha gracia la cara que ponen muchos cuando saben que me levanto una hora antes de lo "obligado". He escuchado todo tipo de comentarios: "¡qué ganas!", "¡qué necesidad!", "¡eso es porque no tienes hijos! verás cuando los tengas". Bueno, creo que los hábitos que cada uno adquiere no va tanto en función de las circunstancias de tu vida, sino de tu carácter y de tu modo de ser. Hay personas que disfrutan apurando hasta el último minuto para dormir. Y otros, como yo, disfrutan de la tranquilidad antes de empezar el trajín del día, de ese ratito para tí.
He tenido épocas que no tenía por qué levantarme tan temprano para empezar el día, y otras temporadas que me levantaba a las cinco para poder tener el amanecer que me gusta. A veces puede ser una hora, a veces remoloneo en la cama y sólo tengo media hora.
Y con este hábito he descubierto muchas cosas que me hacen mucho bien. El concepto de disciplina, por ejemplo. Siempre me he caracterizado por ser muy poco disciplinada, o es el concepto que tengo de mí cuando miro atrás. Y siempre fue un valor que quise fomentar. Tengo una tendencia bastante marcada a dejar todo para el último día, a no encontrar el momento o las ganas de hacer lo que debo. ¡Así he ido sobreviviendo toda mi vida! Por ello, valoro muchísimo los avances que estoy haciendo. Hacer las cosas con tiempo, saber organizarme, no divagar, aprovechar el tiempo. Y es así cuando tengo una tarde libre para poder hacer nada, que lo disfruto y no me siento culpable. Que hacer nada significa leer, ver una peli, tejer, charlar... lo que se tercie, porque eso sí, nunca me ha gustado dormir más de la cuenta. Me incomoda que se me peguen las sábanas y disfruto levantándome junto con el amanecer.
Otra cosa que he descubierto es el tomarme las cosas con más calma, porque he tenido tiempo a primera hora del día para meditar, para marcar mis objetivos en qué quiero mejorar. Y eso me da calma. Y, por supuesto, como he dicho antes, dejo mi día en las manos del Señor. Él es mi escudo y el que hace perfecto mi camino. Y lo he notado en mis exámenes, que han sido una locura, pero he tenido unos resultados muy buenos, y no puedo estar más contenta.
Espero seguir con este hábito tan bueno para mí, intuyo que ha venido para quedarse.
Silencio, café... y tiempo. Amanece pronto.




0 comentarios:
Publicar un comentario