el verano llega a su fin

Vuelvo después de un intenso verano. Ni tiempo he tenido de sentarme a hacer lo que tanto me gusta, poner mi lista del spotify y dejarme llevar. Allá por Mayo deseaba un verano tranquilo, con tiempo libre de sobra para leer, hacer punto, playa, retozar... Pues hemos tenido de todo, pero de lo que menos hemos tenido ha sido tiempo ocioso, dos semanas contadas. Mi TFM me ha quitado más horas de sueño de las que me habría gustado, durante todo el tiempo de elaboración del trabajo he sufrido como la que más, perdida y aturdida por no saber exactamente cómo debía enfocarlo. Afortunadamente, eso ya pasó. Ya está entregado, corregido y a espera de leerlo y defenderlo ante tribunal en dos semanas. Lo peor ya ha pasado. Si al final me ha quedado algo más que digno y mi tutor se ha quedado contento. Menos mal! porque ya pensaba exiliarme a otro país para huir de lo que me presionaba cada vez que abría los ojos cada mañana. 

Nada más terminar el trabajo y los cursos de inglés nos fuimos directos de campamento. Esta vez nos fuimos una semana. Lo necesitaba. Reí, respiré aire puro, pasé buenos momentos con mis hermanos y disfrutamos mucho. Después de volver, nos fuimos a La Palma, a casa de unos amigos, con mi otra hermana. Qué decir de estar en medio del paraíso. Dormíamos a los pies del mar y teníamos una cala para nosotros solos. Desconectamos lo que nos hacía falta. Y entre una semana y otra estuve totalmente libre de cobertura, noticias y tiempos reales.

La vuelta ha sido dura, he de reconocerlo, me aferraba tanto al verano después de pasar un curso tan intenso y habiéndome esforzado tanto, que cuando nos vimos en casa otra vez, después de sólo dos semanas y ya pensando en los siguientes proyectos, me dio un "no se qué" que me costó un par de días de cara de hongo y mente distraída. ¡Pero así es la vida adulta! (eso dice un amigo cuando nos quejamos y me hace muchísima gracia).

Entre medio de todo esto hay muchas novedades, entre ellas una muy especial. Ha llegado a nuestras vidas un regalo muy especial, que tiene cuatro patas, no se despega de mí y se llama Turkana. Ayyyy, esto es liarnos la manta a la cabeza y como no vienen niños nos llenamos de animales. Es una maravilla de perrita, estamos totalmente enamorados, y junto con mis otras dos reinonas, África y Maconda, ya nosotros en casa no mandamos nada. Estuve un par de semana en período de adaptación con ella, porque me costó hacerme con una relación entre humano-perro, diferente a la que acostumbramos tener de gatas-humano. Fran dice que Turkana es drogodependiente de mí. Cada vez que lo oigo no puedo evitar echar una carcajada, pero es así, ya no tengo intimidad ni para ir al baño. Pero el período de adaptación pasó y en una semana ya estaba como loca por tenerla en casa. Más responsabilidades, más tareas, más preocupaciones... pero va! para qué si no vivimos. 

Otra novedad que me va a cambiar mi vida durante este curso es que ya he empezado con mi preparador de oposiciones. Madre mía, si pensaba que el curso pasado fue una locura, este va a ser mortal. Tengo un calendario MUY estricto, con ochos horas de estudio diarias. Estoy en mi primera semana y estoy contenta de no haberme roto la nariz de echar tantas horas en el escritorio. Tengo que volver a coger hábito de estudio, y poco a poco me iré acostumbrando. Ya me estoy haciendo a la idea de la poca vida que vamos a tener este curso, pero nada de corazones afligidos, buscando ratitos para pequeños placeres y que nos reconforte, en eso somos especialistas. 

Estoy preparando el cuerpo para el otoño, que aunque haya disfrutado poco del verano, espero con ansia el fresco, los tejidos mulliditos y las comidas calientes. 

Este será un gran curso, lo sé. Van a pasar muchas cosas (más que en el anterior) y muchas van a ser muy buenas. Sólo es cuestión de esfuerzo y valentía. 

El verano llega a su fin...

cuando septiembre suena en el buzón, 

y la nostalgia se disfraza de postal. 

y Jack Johnson nos calma y recuerda que el verano siempre vuelve...