viernes, 25 de mayo de 2018

veo que mi luz viene brillando...


Me he plantado. Por hoy. Mi cerebro llegó al final de la Guerra Fría e hizo ¡plof! y los ojos no acompañaban así que no me he hecho de rogar.

Es temprano, viernes-tarde, ¿qué hago que no estoy apurando las últimas horas del día para afianzar ese tema? Por el contrario, he apilado los apuntes hacia un lado, me he prohibido mirar hacia ese lado. Me he metido en la ducha, he sido muy poco sostenible, lo confieso, el agua ha corrido más de la cuenta... pero es de los pocos placeres que tengo últimamente (por eso quiero hacerme una casa, para conectar el agua que se pierde en la ducha y aprovecharla para una huertita o algo que me redima de mis largos minutos bajo la ducha). Y después de la ducha me he peleado con mi pelo. Lo tengo demasiado largo, de aquí a una procesión y un manto, porque parezco una virgencita del siglo XVIII. Me he puesto el pijama, las pantuflas, he encendido unas velas... he puesto mi playlist "de mis entrañas" en modo aleatorio y me he sentado.

Este mes ha sido monótono en cuanto a rutina, pero me he subido a una montaña rusa y creo que aún no es hora de bajar. En cuanto a rutina, un día igual a otro día prácticamente. Muchas horas sentadas en este escritorio, viviendo miles aventuras y batallas y viajando a infinitos países y museos, pero sin moverme de esta silla. Me levanto para comer, sacar a Turkana, dormir, y poco más... La verdad es que me siento una privilegiada, estoy dedicando todo el tiempo que la cabeza me permite a estudiar, no me tengo que preocupar de nada más. Por no hacer, no hago ni la cama. Me levanto muy temprano y como zombie voy a por el primer café y me siento con la primera tarea del día. Y cuando me acuesto por la noche la cama está estiradita, limpita y preparada para meterme dentro. Lo que yo tengo en mi casa no es un marido, es un tesoro. Y no hablo sólo del apoyo logístico que tengo, sino de cómo me facilita la vida con tanta alegría. Ahí dispuesto a hacer miniterapias de 10 minutos (unas cuantas al día) para poder recobrar el aliento y seguir un poquito más. Ayer hablábamos sobre mis estrategias en el temario y en el estudio (estrategias que cambio en la semana como tres veces) y me dijo, "aunque sabemos que hay que ser prácticos, tú no pienses en ser práctica, piensa en ser honesta contigo misma y con el Señor, porque ese es tu camino", y a mí literalmente se me rompió el pecho porque este hombre emana una luz que impresiona. Y las risas que nos echamos. Es que repito y repito últimamente, aunque esté cansada, a veces exhausta, me dan unos ataques de risa, por tonterías, por un chiste malo, por conversaciones absurdas, por lo que sea... pero me duele la barriga de reírme y nunca puedo evitar pensar "¡qué bueno es reírse!". 

Luego está mi hermana Rebeca, siempre en primera línea, que antes de darme cuenta que necesito algo, ella ya lo ha cubierto. Es increíble. El nivel es tal que todas las semanas viene a darme un masaje para que no me contracture estudiando, ¿cómo te quedas? Pues ese es el nivel. Y ya más privilegiada no puedo ser porque mi familia y mi entorno ha entendido perfectamente mi encierro y lo único que hacen es alentarme, apoyarme, quererme, orar por mí, preocuparse... en este aspecto no podría haber tenido mayor comprensión. Mi madre me dice "venga que tú puedes, un empujoncito más" y yo empujo (que ella ya empujó el día que me parió)


Pero tengo ganas de recuperar mi vida. Ya lo voy necesitando. Tengo ganas de hablar con mis amigas sin mirar el reloj. Tengo ganas de no tener que quitar el sonido del móvil para no distraerme y apilar tropocientos mensajes. Mi amiga Carol viene la próxima semana de Londres, y se me rompe el corazón de pensar que sólo podré dedicar unas pocas horas a conocer a su bebé, y que no tendremos tiempo de charlar sobre cosas importantes, porque para las cosas importantes se necesita de un preludio de cosas menos importantes. Mi amiga Vanesa tiene un nuevo proyecto en mente y ya estaría pegada al Pinterest buscando ideas para ella y charlando horas por teléfono de eso tan maravilloso que es la ilusión de vivir algo nuevo y bueno. Mi amiga Marta me necesita, porque la vida a veces duele como nunca imaginamos, y yo sólo quiero sentarme con ella y esperar que pase el tiempo y duela menos... ya voy necesitando recuperar mi vida. 

Desde hace días voy visualizando una lista, que aún no he escrito porque no quiero ser "señora agonías", sobre todo lo que quiero hacer cuando termine de estudiar este verano. La traeré por aquí, por supuesto, y aviso que será una lista de puro placer. Aunque lo primero que haré es levantarme de esta silla y no volver a sentarme en todo el verano. Entre los daños colaterales de estar encerrada aquí un curso, los más de diez kilos de más tiene tela... ya estoy en una situación insoportable. Nunca en mi vida había tenido las piernas tan hinchadas, nunca había retenido líquido de esta manera. Y nunca había subido de peso tan rápido. Parezco un botijito, y con este pelo "maría" voy dando la nota, que se empeora cuando me doy cuenta que me tengo que quitar el bigote y depilarme estas cejas que ya la gente se fija. Qué loca... aunque soy consciente de todo esto, y lo he llevado dignamente, no veo el final para cambiar el chip y deshacerme de todo lo que he cogido estos meses que no es mío. La lista bonita ya la traeré para compartir. 

Aunque hoy me sienta cansada y sin muchas ganas, lo cierto es que queda poco menos de un mes para el examen, todavía queda tiempo. Aunque depende de cómo lo mire, ¡a veces me gustaría que quedara más tiempo! eso decimos en nuestro grupo de opositoras locas (y Rami), que unos cuantos meses más serían maravillosos para completar lo que nos falta de estudio. Y a esto me refería yo lo de "montaña rusa", un monólogo a trompicones, saltando de un lado a otro, a veces dando vuelta a lo mismo y otras con otras ideas con poco sentido. El cansancio, la presión, la monotonía, una mezcla de todo. 


Pero me levanto cada mañana y no puedo engañar a nadie, aunque me levante cansada, lo hago con ilusión. Porque os voy a contar un secreto. Cuando empezó todo esto, allá por septiembre, sentía mucha presión, pero conmigo misma. Pero mi presión no era al resultado positivo de una plaza, ni mucho menos (esa idea la tengo ahí latente pero no es la constante en mi coco). Yo quería dar la talla en este reto. No sólo quería responder ante un reto de disciplina, de hábito, de responsabilidad, de cambio de vida. También era un reto a llevar la presión psicológica lo mejor posible. Que ya tengo una edad, y se supone que he aprendido a tener paciencia, a ser perseverante, a ser fuerte, a tener fe, a no desesperarme, a controlar la ansiedad... pues todo eso. Para mí era un reto, ¿cómo vas a llevar estar un año dedicada exclusivamente a esto si ves a mucha gente desquiciada con la presión? Mi obsesión no era el resultado, sino "hazlo bien, da la talla". Bueno, pues he de decir que no he traspasado líneas que me había marcado, y en líneas generales he cumplido con lo que me había propuesto. Pero ojo, aún queda lo peor. A lo mejor en un mes me retracto de todo esto. Pero por ahora estoy contenta, he sido disciplinada, me ha costado muchísimo llegar a un hábito de estar más de 10 horas sentada estudiando y que cunda, pero ese momento ha llegado. Quería mantener un equilibrio mental y anteponer mis principios a la ansiedad que genera esta presión de una oposición. Quien me oye, ni que hubiera ido a una guerra, pero es que me lo he tomado muy en serio, demasiado en serio según algunos viendo la probabilidad de los resultados. Pero es que no tenía otra, o me metía de lleno o cambiaba el plan, de medias tintas nada. Y tampoco quería que esto fuera un motivo de oración y yo no dar todo de mí. ¿Es lógico no?, pedirle al Señor bendición y que la bendición te pille trabajando. Aquello de "esfuérzate y sé valiente... y yo estaré contigo". 

Bueno, y voy a dejar de escribir, que auguraba una publicación larga pero no una auténtica chapa de lo que tengo dentro. Aunque me ha servido, oye que me siento más calmada, necesitaba esto. Ahora mismo me siento tranquila, aliviada. Mañana volveré a la carga, con mi primer café. Mañana será otro día.   

y mi Nina me traslada a esas noches de verano, en las que mi chico y yo bailamos bajo las estrellas.

"veo que mi luz viene brillando, 
de este a oeste, 
cualquier día de estos, 
cualquier día de estos, seré liberada..." 

2 comentarios:

Naz dijo...

Ay mi Betsabé siempre me emocionas o con tus palabras o con tu risa contagiosa, eres una campeona y todo este esfuerzo va a tener su recompensa! Estoy segura porque las personas buenas se merecen lo mejor ! Un besito.

Betsabé dijo...

somos unas campeonas, nos hemos partido el pecho en esto y tarde o temprano tendremos recompensa. Y todas las risas que hemos compartido, y las preocupaciones, y nuestras locuras... todo lo guardaremos como un año especial. ¡Gracias mi niña! un abrazote.