martes, 26 de abril de 2022

Luxury of Quarantine


Lo que viene siendo como el común de los mortales, podremos decir que ya hemos pasado el Covid. Oye, qué sabrosa la cosa. Sólo ha sido una gripe fuerte, pero no deja de ser picosa la señora. 

Yo que me había preparado para unas vacaciones de bajo presupuesto. Que, por cierto, si alguien no sabe ser feliz con poco dinero que venga que yo le explico. Expertos somos en esta casa en disfrutar de las pequeñas cosas que no implican un gran gasto. Eso sí, si puedo irme a un hotel de cinco estrellas o disfrutar de una cena de alta cocina, yo sé disfrutar de eso también. Pero como digo, quien no sabe disfrutar de lo pequeño, dudo que pueda disfrutar plenamente también de lo grande.

A ver, que me enrollo. Que yo me había preparado unos días de relax, de lectura, de paseos por monte y playa, un maratón de series, unas comiditas ricas, un brunch en un lugar precioso, una cena chachi con mis hermanos, mucha lana y agujas... vamos, un completo. Lo único que nos dio tiempo fue subir al Teide a ver atardecer. Por la noche cayó Franito y dio positivo. Unos días después ya empecé yo con síntomas, era evidente, nosotros que somos "uña y mugre" como diría mi amiga Sandra. 

Al final no ha ido tan mal. Estuvimos unos días bastante pachuchos en los que la cama era el único lugar donde podíamos estar mínimamente a gusto. Pero aproveché para leer muchísimo, ya que no me dolía la cabeza. Me zampé un par de lecturas que tenía atravesadas, como Panza de burro y Las aventuras de Huckleberry Finn, y además, me leí El consentimiento, del que hablé en la anterior publicación. Me cundió, sí señor. Incluso (aquí sale mi vena doña agonías de la organización) ideé un plan para leer, ya que últimamente he ido muy lenta con mis lecturas y no me gustaría perder el ritmo que llevaba. Me he hecho una selección de mi interminable lista de pendientes, con novelas cortas, es decir, no más de 250 páginas. La proposición indecente que me he hecho es leerme una novela corta cada fin de semana. Y durante la semana seguir leyendo las lecturas que tengo pendientes más largas. Ahora mismo estoy releyendo La casa de los espíritus ya que la tengo como lectura trimestral para mis chicos. Y tengo a medias unos cuantos más: La primera mano que sostuvo la mía, Te quiero viva burra, Atrapada en el tiempo (saga Outlander). Y por último, tengo Guerra y paz a medias, y me estaba encantando, pero perdí el empuje de la lectura compartida y ahora ya no veo el momento de retomarlo yo sola. Como ves, tengo tarea para rato. Y luego vendrán las tropecientas lecturas que tengo pendiente en Goodreads, que esa lista es inacabable. Qué ansias somos las mujeres del XXI, ¿no? hasta lo que nos genera placer también termina generándonos ansiedad. 

Por otro lado, también pude terminar una rebeca (lo que llamaríamos hoy un cardigan, así en modo moderno y fisnos) a dos agujas. Me ha quedado que es una chulada, de un color rosa empolvado, con encajes en el canesú. Eso sí, me ha costado muchísimo terminarlo, porque con un hilo fino tardas la vida en avanzar. Además, también me he hecho una composición de lugar de las piezas que tengo a medias y que puedo empezar a terminar ahora. Por lo pronto, tenía una rebeca monísima a falta de hacer una manga, y me la he probado y no me va. Es lo que pasa por subir de peso. Pues me he liado la manta a la cabeza y lo he deshecho todo para hacerlo en una talla más grande. Mi abuela alucina cómo soy capaz de deshacer sin miramientos. 

Espera, que me están viniendo más cosas a la cabeza. También he retomado estudiar piano todos los días. Ya era el momento de volver a los buenos hábitos. Y me está sentando estupendamente. He vuelto a ver a mi querida Pamela Adlon en Better Things, si no has visto esta serie ya puedes ir corriendo a HBO a engancharte. Ella es puro amor, del imperfecto, del real, del que nos gusta. Y también me dio por hornear magdalenas con plátanos pochos que tenía, y masa de pizza de fermentación lenta, que se me resiste, y una sopita de pollo para sentar las madres, pan de leche para los desayunos...

Y, como podrás ver, he roto el hielo por aquí, y llevo dos publicaciones en un mes. Oye, qué aplicada estoy, ¿habrá sido el covid?

Yo que venía a contar que mis vacaciones han sido un poco flojas, y me voy dándome cuenta de la realidad. Señorita culo inquieto, aquí me hallo. 

Después de dos semanas convaleciente, ya he vuelto al trabajo, me da que muy rápido fui a coger el alta, desesperada por volver a la rutina, y aunque ya haya dado negativo, aún me siento bastante flojucha, congestionada y con tos. Pero bueno, iremos poco a poco.  

Me despido con una canción que nos acompañó en la pandemia y, como no iba a ser menos, esta semana, con los "jocicos" (como decimos por aquí) llenos de mocos. Nos vemos. 


Miles de millones de personas bajo el mismo cielo
Catedrales construidas pero el techo está en llamas
Los relojes cantan y las campanas dan alarma
El mundo sigue girando en el ojo de la tormenta
El lujo de la cuarentena, una realidad agridulce
¿Podemos intentar ver el mundo bajo una luz diferente?
¿Cómo te sientes? ¿Estás solo?
Dime qué es real, porque no tengo ni idea

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