domingo, 15 de mayo de 2022

Letras de abril o rueda conmigo hasta que se ponga el sol


Esta semanita asomo el hocico para hacer un recorrido por las lecturas que me acompañaron durante abril. Llevo un año bastante interesante de lecturas, a veces me zampo unas cuantas de una sentada, y en otras ocasiones como que se me atraganta alguna historia y se me hace un poco pesado. 

Ya comenté en otra publicación, que me he propuesto leer novelas cortas durante el fin de semana (no más de 250 páginas) y entre semana seguir con las lecturas más largas o que debo leer por alguna razón. Ahora mismo, por ejemplo, estoy releyendo La casa de los espíritus porque la estamos trabajando en clase, y después de eso tendré que retomar la saga de Outlander porque corro el riesgo de que si no lo hago, mi amiga Sandra me quita el habla. Bueno, al lío, ahí van mis lecturas de abril con una breve reseña de cada una de ellas. 

El consentimiento, de Vanessa Springora. 2020, Editorial Lumen. 


De esta novela ya hablé hace poco aquí. Una historia cruda, de las que te quedas con mal sabor de boca y muy cabreada. 

Con trece años, Vanessa Springora conoce a Gabriel Matzneff, un apasionado escritor treinta y seis años mayor que ella, tras cuyo prestigio y carisma se esconde un depredador. Después de un meticuloso cortejo, la adolescente se entrega a él en cuerpo y alma, cegada por el amor e ignorante de que sus relaciones con menores llevan años nutriendo su producción literaria. Más de treinta años después de los hechos, Springora narra de forma lúcida y fulgurante esta historia de amor y perversión, y la ambigüedad de su propio consentimiento. Su maravillosa novela ha hecho, según el diario Le Monde, «arder Saint-Germain-desPrés»: el caso Matzneff cuestiona a la intelectualidad francesa y a una sociedad obnubilada por el talento y la celebridad.

Es encomiable la valentía de Vanessa, enfrentarse a un gigante sabiendo que tiene mucho que perder. Aunque posiblemente lo perdió todo cuando conoció a su depredador. Y cuando se pierde todo, no se pierde nada. 

La lectura me pareció muy ágil, me lo leí en un par de horas. No podía dejar de leer, posiblemente por la implicación personal que tengo con este tema. Lo recomiendo, porque nos acerca a una realidad que muchas veces creemos lejana y que, en alguna ocasión habremos podido ser parte de ese consentimiento social que ella alude en su discurso, fue atrapada por un monstruo y su alrededor miró hacia otro lado. 



No sé muy bien cómo valorar esta lectura. Mientras leía sentía morriña por muchas expresiones que usamos a diario o que se las hemos escuchado a nuestros mayores. Aunque creo que en ocasiones cae en el exceso.

Por otro lado, la vida de esas dos protagonistas en el norte de Tenerife me interesa. Podemos observar ese contraste de las modernidades de los 2000 con el aislamiento en un pueblo de interior de una isla.

Algunas partes de la historia me han incomodado muchísimo, rozando lo escatológico y en la que no me sentía tan identificada, aún así, en muchas de esas escenas terminaba por reirme y darme ternura por cómo afrontan el deseo, la curiosidad, y la diarrea verbal.

Esa panza de burro que permanece durante toda la historia hace de mal presagio y, efectivamente, esa sensación de tragedia culmina al final de la historia. Muy agridulce el último capítulo y aunque nos deja a medias, atisbando lo que pudo ocurrir, es la mejor forma de acabar una aventura agridulce.

Ahora que lo pienso, sí sé cómo valorarla. Tierna e incómoda. Me ha gustado.

Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain. 1884 Alfaguara


Esta historia la tenía a medias desde enero. Me leí primero Las aventuras de Tom Sawyer, y me encantó. Ésta es la segunda parte de estas locas aventuras.

La suerte de Huckleberry Finn, el mejor amigo de Tom Sawyer, se acaba cuando su padre regresa al pueblo y se lo lleva a vivir a una cabaña. Huck logra escapar en una balsa río abajo y se encuentra con su amigo Jim, un esclavo que, como él, huye buscando la libertad.

Si Tom Sawyer fue todo un descubrimiento de frescura, risas y ternura, el pequeño Huckleberry Finn no se ha quedado atrás. Es más, ahora me resulta muchísimo más tierno nuestro querido Huckle.

Me he reído muchísimo viviendo las mil aventuras de este muchacho y su amigo negro Jim. Como comenté en la primera parte, me hace mucha gracia las supersticiones que se tenían por todo.

Por otra parte, es una obra polémica por cómo se aborda la esclavitud. He leído que en algunos institutos se ha prohibido su lectura por ser una apología al esclavismo. Me parece absurdo, es una obra de su contexto y, como tal, es un fiel reflejo de los temas de la época. Error sería que olvidáramos nuestro pasado, correríamos el riesgo de repetirlo una y otra vez.

Me ha gustado mucho, la he disfrutado, la he leído lentamente, a ratos, entre otras lecturas, y me ha dado pena despedirme de este trío tan maravilloso. A partir de ahora, Tom, Huckle y Jim ocupan un lugar muy especial en mi corazón.

Sin rastro, de Alex Smith. 2019, Principal de los Libros.


Me gustan este tipo de historias: thriller policíaco, ameno, que te engancha desde el principio, y te lo terminas en un par de horas. Te has entretenido y además, está bien narrado.

Atormentado por la desaparición de su esposa hace unos meses, el inspector Robert Kett deja su empleo en la Policía Metropolitana de Reino Unido y se traslada a la ciudad de Norwich con sus tres hijas pequeñas, con la esperanza de restaurar la paz en su familia rota y empezar de cero. Pero la tranquilidad en su nueva vida dura muy poco: dos niñas desaparecen mientras están repartiendo periódicos en bicicleta y todo apunta a que un secuestrador anda suelto por la ciudad. De la noche a la mañana, Kett se verá arrastrado de lleno a uno de los casos más oscuros de su carrera, un misterio que lo enfrentará cara a cara con un mal espantoso.

Tiene todos los ingredientes para pasar un rato agradable, intriga, en ocasiones algo de humor con esas tres niñas caprichosas, un final cerrado (con algunas incógnitas) y todo muy fresquito.

Tienes que mirar,  de Anna Starobinets. 2017, Impedimenta


En 2012, la escritora Anna Starobinets descubre, en una visita rutinaria al médico, que el hijo que espera no vivirá. Lo que comienza siendo la crónica de una decisión familiar, acaba convirtiéndose en una historia de terror. ¿Qué hacer cuando el futuro se desmorona en la pequeña pantalla de un ecógrafo? Starobinets narra con desgarradora humanidad el peregrinaje por las instituciones sanitarias de su país, su posterior viaje a Alemania y el duelo por el hijo perdido. Tienes que mirar es la radiografía íntima de un trauma silenciado, el testimonio de una mujer que se enfrenta sola a un sistema que no la tiene en cuenta, un descenso a las simas más profundas del dolor y a la vez un canto a la vida. Un revelador texto cuya publicación desencadenó una tormenta en su país al abordar el tema tabú del poder de las mujeres sobre su propio cuerpo, y las secuelas personales y familiares de la pérdida de un hijo.

De las historias más dolorosas que he leído. Empecé a llorar en el tercer capítulo, y no pude dejar de hacerlo durante el fin de semana que lo leí. Incluso, soñé que estaba embarazada de gemelos, los perdía no sé muy bien cómo y me levanté de un sobresalto buscándolos entre las sábanas, ¿dónde están los niños?

A pesar de ser tan dura y eso que los años me van haciendo rechazar lecturas que me hagan sufrir, ésta es tan hipnótica, que es inevitable terminarla. Crees que vas a respirar aliviada cuando leas la última palabra, porque ya terminó el tormento, pero queda un regusto muy amargo, por todas esas mujeres que lo han vivido, por las que lo están viviendo ahora, y por las que lo harán (y el inevitable terror de que yo pueda ser una de ellas).

Además, no es suficiente dolor el hecho de perder a tu bebé, a esto se le añade la cruda realidad de vivir una tragedia como ésta en un país más o menos desarrollado. La diferencia entre el sistema sanitario ruso y alemán es la distancia que hay de que una mujer sobreviva psicológicamente a esta pesadilla tan salvaje.

La recomiendo, encarecidamente, primero a todas las mujeres, y por supuesto, no está de más que los hombres se acerquen a esta realidad. A pesar del terror que provoca nos hace concienciarnos de este tipo de pérdida, y nos educará en cómo abordar esta situación cuando nuestra amiga la sufra o, incluso, nosotras mismas.

Bueno, hasta aquí mis lecturas del mes de abril. Estamos en plena primavera, los días son cada vez más largos, las tardes se llenan de luz y color. Qué mejor plan que salir ahí fuera, coger aire, disfrutar de la brisa, sentarte en un lugar agradable y leer. Te dejo una canción que invita a ello. 

Hasta la semana que viene.


Dices que te gusta el viento soplando a través de tu cabello
Bueno, vamos, rueda conmigo hasta que se ponga el sol.

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